10/12/2021

Por Mauro Bistman

Un día For Ever

El experimentado periodista de nuestro medio, confeso hincha del “Negro”, escribió unas líneas sobre todo lo vivido el domingo en el ascenso del elenco chaqueño. Viaje, partido, regreso y recuerdos, en un escrito imperdible.

Mauro Bistman, en la popular asignada a For Ever en la final ante Gimnasia y Tiro.

Por Mauro Bistman (*). “Vine por el viejo, que hasta el día que se murió siempre me dijo que el día más feliz de su vida fue en el 89 cuando le ganamos a Lanús. Él estuvo conmigo hoy acá”.

“Vine por el viejo, que hasta el día que se murió siempre me dijo que el día más feliz de su vida fue en el 89 cuando le ganamos a Lanús. Él estuvo conmigo hoy acá”.
Mientras escuchaba a ese desconocido que estaba a punto de llorar, yo me concentraba en seguir caminando a pesar de lo mucho que me dolían los pies. A esa altura, éramos miles los que llevábamos más de 5 horas de pie; caminando, saltando, aguantando empujones.

Sí, dolía todo; pero nada importaba. Ni siquiera esos policías santiagueños que intentaban hacernos apurar el paso pudieron evitar que yo también piense en mi viejo, que también estuvo el día en que Felipe Di Marco se desagarró pateando un penal, que no me llevó aquella vez por miedo, y que también está muerto.

A mis espaldas, los rezagados seguían en las tribunas cantando por la vuelta de Chaco For Ever a la segunda categoría del fútbol argentino. El merecidísimo 1 a 0 ante Gimnasia y Tiro de Salta acababa de pasar y los ecos de una fiesta que recién empezaba invadieron la tardecita santiagueña.

Es que sí: un equipo de la provincia del Chaco y otro de Salta jugaron una final en la cancha de Mitre de Santiago del Estero. Los anfitriones, en cualquier caso sólo eran eso; aunque, debo decir, la mayoría mostraba mucho menos afecto por el lobo salteño que por los nuestros. Camino a la cancha había sido muy normal escuchar ese “vamos Chaco” con tonada tan particular de parte de personas vestidas con camisetas negras y amarillas.

Más de 600 kilómetros separan el escenario del partido del Gigante De La Avenida. Sin embargo, este domingo 5 de diciembre de 2021, llegar al parque Aguirre era como estar en la zona de la ex Noblex durante cualquier día de partido. Esa bonita zona de costanera y frondosa arboleda se vio invadida por una nube albinegra que impregnaba todo como la tierra caliente se te pega en el rostro transpirado de la tarde santiagueña.

Me mido para no asegurar que eran cerca de 10 mil, pero no tengo dudas de que el público de For Ever que concurrió al estadio, como mínimo, duplicó las 4 mil entradas que se habían asignado inicialmente. Creo que, aunque menos que los chaqueños, también había salteños de más.

Había olvidado lo violenta que es la experiencia de ir a ver un partido en la popular, 20 años de zonas de prensa aburguesan. Si bien el desborde de una final con muchísimas más personas que entradas vendidas también ayudaba a que la tensión fuera mayor, hay formas de relacionarse desde la construcción de roles que son reconocibles en cualquier instancia de interacción entre la tribuna y quienes deben ordenarla.

Calles angostas, primer retén. Cordón de escudos, la gente empuja. Un policía grita “no se hagan pegar, changos”; por detrás de la multitud, un colega suyo mete su caballo entre la gente a los pechazos como para que apuren el paso. Me siento como en esas películas donde el prisionero ve las paredes que se le vienen encima como para aplastarlo.

El petiso disfrazado de muñeco de acción articulado puso calma casi riéndose. “Anda para allá, pelotudo”, le gritó al jinete que había amenazado la quebradiza atmósfera que rodeaba el momento. Parece que era el jefe, porque el otro agachó la cabeza y se fue con mucho más cuidado que con el que había llegado.

“Contra la pared, fila de a uno”. Un policía amaga con levantar la cachiporra contra ese flaco que se quiso mandar corriendo, ambos desisten y no pasa nada.

“Pebetes y barbijos, hay pebetes y barbijos”. Nunca más a tiempo: Al segundo check point no se lo podía pasar sin tapaboca y, después de los 30 minutos que había llevado recorrer los últimos 40 metros, nunca viene mal uno de jamón y queso.

El de la cachiporra vuelve a hacer un movimiento brusco. Esta vez tiene enfrente a dos muchachos fornidos y con pinta de tener mucha experiencia en ese tipo de “folklore” que no dudan en confrontarlo. Otro policía vuelve a poner paños fríos.

Entrego documento y me hacen vaciar los bolsillos. Ven los cigarrillos y me preguntan por el encendedor, yo lo tenía en una zapatilla, no soy tan gil.

Entramos. Bombos, trompetas y redoblantes arman la fiesta detrás de la tribuna. Llega el momento de empujar para encontrar algún lugar en unas gradas que ya estaba llenas. La gente se amucha, es entrar o entrar.

Quedo en el último escalón de una tribuna que no termina a ras de piso, sino en un foso de más de un metro de altura que pareciera no estar terminado. Ante cualquier pérdida del equilibrio por parte de los miles que tenía arriba y por detrás, eso terminaba mal.
Volví a recordar el ascenso a primera y cómo una avanlancha derrumbó el tejido perimentral en la tribuna de avenida 9 de Julio. En las condiciones de este estadio que no debió estar habilitado, eso hubiese sido una tragedia. Decidí ir al alambrado, tampoco era cuestión de tentar a la mala suerte.

La verdad es que del partido vi bastante poco. Igual, en esas condiciones todos notamos rápidamente dos cosas: La primera, que For Ever era muy superior a su rival; la segunda, que todos los miedos de enfrentar un arbitraje animosamente adverso no tenían razón de ser.

En cuanto a la actuación de los jueces, hasta era esperable que Gimnasia y Tiro descargara su frustración de derrotado contra ellos. Si bien el penal convertido por Emanuel Díaz – por mano de Galleto tras un centro del propio Díaz- no lo protestó nadie y Matías Birge fue expulsado justificadamente tras pegar una patada que dejó casi inconciente a Marcos Giménez por un buen rato, se vio la molestia de los jugadores vestidos de celeste y blanco por los constantes cobros a favor del albinegro.

No está de más reiterar: For Ever fue mucho más que su rival, pegó dos pelotazos en un mismo palo y desperdició otras varias oportunidades muy claras. Su rival pareció incapaz de inquietarlo, superado desde la presión que le dificultaba mucho cruzar con pelota la mitad de la cancha y también enfrentado a la gran cantidad de fueras de juego que le pitaron en contra.

Más allá de algún titular en medios salteños que habla de “robo” hay que decir que Gastón Canuto fue un espectador privilegiado que casi ni entró en juego; él ya se había convertido en héroe durante toda la temporada y puntualmente en la semifinal.

Los últimos minutos parecían no pasar. A mi lado, un hombre lloraba por motivos que sólo él podía entender. Parecía estar con un par de conocidos, pero en ese momento se lo veía totalmente abstraido. Vaya uno a saber hacia dónde lo había llevado su emoción.

Yo, de repente me encontré abrazado a Cuervo, uno de mis compañeros de viaje. Saltábamos como dos chicos mientras girábamos al grito de “dale campeón”. Para cuando abrí los ojos, en la calesita ya eramos como 10 y a ninguno de los otros los conocía.

Al mando de un Daniel Cravero que ya hizo méritos para tener una estatua en la sede de Chaco For Ever –el presidente del club dijo que quiere ponerle su nombre al Juan Alberto García- el albinegro alcanzó un muy buen rendimiento en los partidos de play off. Superó a sus rivales en amplios momentos de los partidos, pero en los anteriores perdía intensidad tras conseguir la ventaja y terminaba sufriendo. Este domingo no le dio chances a los salteños.

Alguna vez escribí que el ascenso al Federal A tras los penales frente a Juventud Unida de Gualguaychú significaba el final de un duelo. For Ever había logrado volver a sentir algo de esa grandeza que siempre estuvo destinado a tener. Un paso que sólo podía ser posible con un presidente que estaba en su primera etapa; pero que hoy, a 12 años de haber asumido ese cargo por primera vez, ve coronada su gestión con el ascenso a la Primera Nacional. Algo que, según el mismo Héctor Gómez dice, era el objetivo que se había marcado cuando arrancó.

Pero no nos equivoquemos, las gestiones en los clubes no sólo deben ser analizadas desde los resultados deportivos. El tema es que, en lo institucional, esa conducción junto a José Nicolás Benítez y un nutrido grupo que se renueva, pero mantiene piezas claves, recuperó un club que corrió riesgo de desaparecer definitivamente; estuvo quebrado formalmente y virtualmente sin vida.

Hoy Chaco For Ever está en la segunda categoría del fútbol nacional, pero también goza de excelente salud en las otras disciplinas que cada vez son más. Además, durante estos años se construyó la parte que faltaba del gigante y se materializó un microestadio que es hermoso; irónicamente en el espacio donde un tinglado inconcluso era símbolo de lo que nunca se había llegado a ser por manejos poco claros.

Ya después de abrazar a Foco, Charly, Larra y Juan, los otros compañeros del viaje; tuvimos que arrancar rápido porque los policías locales estaban siendo cada vez menos gentiles. La fiesta se trasladó a la ruta, la fiebre negra y blanca copó cada kilómetro, cada estación de servicio, cada parador. Con mesura, pero con la imponencia del campeón.

En los más de 30 micros, las historias se multiplicaron. Los más jóvenes ayudando a una señora que demostró que el amor todo lo puede y le cumplió el sueño a su hijo adulto con discapacidad, acompañándolo a la cancha. A veces, lo que al cuerpo le cuesta, al alma le da vida. También se viralizó un pedido de matrimonio en pleno viaje. No tengo la información precisa, pero imagino que habrá sido a la vuelta, porque a todos se los ve contentos de más.

La historia del propio Héctor Gómez diciendo que analiza empezar a retirarse lentamente del club tras haber cumplido una promesa y explicar su importancia: “Yo quería esto porque siempre recuerdo a mi padre rompiendo la radio el día que For Ever descendió del Nacional B. Cuando él murió yo le prometí que íbamos a volver”.

Otra vez el padre fallecido como herramienta para manifestar la magnitud de lo que sucedió este domingo. Como para el desconocido que caminaba a mi lado, como en mi propio caso, como en caso de tantos hombres y mujeres que ayer se llenaron una energía inolvidable.

Al querer chequear algunos datos para esta crónica, también miré Wikipedia. Cuando aún no han pasado 24 horas del final de la final, la bio de Chaco For Ever ya ha sido actualizada. Hasta ayer, terminaba: “La etapa más exitosa fue entre los años 1989 y 1991, cuando permaneció dos temporadas en Primera División tras coronarse campeón de la Primera B Nacional. Entre 2001 y 2010 la institución estuvo intervenida para evitar una quiebra. En 2013 logró el ascenso al Torneo Argentino A tras 13 años”.

Hoy se agregaron dos líneas que sirven para sintetizar un día que quedará para siempre: “El 5 de diciembre de 2021 obtiene el ascenso a la Primera Nacional luego de vencer en la final por el segundo ascenso a Gimnasia y Tiro de Salta por 1 a 0”.


(*) Trabaja actualmente en radio Natagalá. Antes tuvo pasos por Diario La Voz del Chaco, Diario Primera Línea, El Diario (chaqueño e independiente), radio Libertad, Canal 9 de Resistencia, entre otros medios.